Los niños nacidos a finales del siglo
serán alegres.
Yo, hombre en lucha a mediados del siglo, digo: a finales del mismo los niños serán alegres, volverán otra vez a reír,
otra vez a nacer en los jardines.
otra vez a nacer en los jardines.
Desde
mi oscuridad amarga salgo y sobresalgo de mi tiempo duro y veo el final
de la corriente:
niños alegres, ¡no más alegres! aparecieron y se levantaron como un sol de mariposas después del aguacero
tropical.
Los niños
inundaron el mundo con su canto, lo veo hoy, 1957, mediados del siglo 20, en lejano país de América,
en la cuna del maíz.
Desde mi tiempo aspero veo un rostro de niño inundando de gran felicidad silvestre y colectiva. Veo los niños alegres rodeados de inquisidores; polizontes con hambre
y funcionarios con miedo,
y,
soy feliz en mi presidio lleno de casas y calles y látigos y hambre, porque veo la salida del sol
lleno de flores, talcos y juguetes.
Soy feliz por la niñez futura, cuya ágil estatura nueva la llevo guardada en mi corazón
pobrísimo.
Soy feliz con mi alegría, porque nada puede impedir el nacimiento de los niños al finalizar mi siglo 20, bajo otra forma de vivir,
bajo otro aire profundo.
Soy feliz por la niñez del mundo venidero, y, lo procuramos a grandes
voces, lleno de júbilo universal.
(Otto Rene Castillo)